Aproximadamente dos de cada tres niños y adolescentes seguirán sufriendo TDAH a lo largo de su vida, por lo que serán adultos con TDAH.
En el caso de los adultos, la hiperactividad disminuye notablemente dando paso a una hiperactividad más interiorizada o subjetiva.
La sensación de inquietud interna, la necesidad de mantenerse ocupados en algo constantemente, de llevar a cabo varias actividades a la vez, o la adicción al trabajo son algunos síntomas.
Si bien las quejas más habituales están relacionadas con síntomas de inatención, problemas con la memoria de trabajo y en general con un déficit de las funciones ejecutivas.
Lo que diferencia a un adulto con TDAH de los demás es la frecuencia e intensidad con la que sufre estos problemas, además de causarle una disfunción en al menos dos ámbitos de su vida diaria como:
- Trabajo y educación.
- Relaciones y vida familiar.
- Contactos sociales.
- Hobbies y tiempo libre.
- Seguridad en sí mismo y autoimagen.