La depresión se define como un trastorno del estado de ánimo, siendo muy incapacitante para la persona que la padece, viéndose afectadas todas las actividades de su día a día. Esta definición es válida tanto para adultos como para niños, siendo incluso más preocupante la depresión en los niños, ya que no tienen la madurez emocional ni las herramientas necesarias para manejar sus propias emociones y esto afectara a su desarrollo cognitivo y emocional.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), estima que un 3% de la población infantil padece depresión. Concretamente en España se calcula que el 1,8% de los niños menores de 9 años, el 2,3% de los niños entre 13-14 años y el 3,4% de los jóvenes con 18 años, tienen depresión.
El inicio puede ser súbito o gradual y puede resultar complicado diagnosticarla, ya que puede estar presente al mismo tiempo que otros trastornos, como la ansiedad o el TDAH.
Generalmente se considera un trastorno depresivo si se observan cuatro o más síntomas por un largo período de tiempo. Las causas son diversas:
- Biológicas: factores hereditarios, bioquímicos, hormonales y neuronales.
- Psicológicas:
- Conductuales: refuerzos positivos inadecuados o insuficientes, escasas habilidades sociales y la existencia de acontecimientos vitales negativos.
- Cognitivos: visión negativa de uno mismo, del mundo y del futuro, fracasos repetidos, indefensión aprendida de los padres, atribuciones negativas que se les hace, etc.
- Entorno: la presión, el estrés y la tensión a la que se ven sometidos por parte del ambiente.